No te fíes de lo que ven tus ojos
Ager Aguirre
El rodaje de una película es el contexto en que se desenvuelve toda la acción.
Los lugares de la escena se concentran en una misteriosa casa donde todo ocurre y en su entorno, donde algunos de los personajes comparten caravana y escenas de rodaje. Una fuerte nevada los aisla durante unos días y todo empieza a enredarse. La intriga flota en el ambiente. Los crímenes se suceden y nos mantenemos suspensos sin sospechar quien pueda estar detrás de los asesinatos, tan finamente dispuestos. Hasta aquí todo podría ser un esquema clásico de ‘thriller’, con rasgos que por qué no, recuerdan a una Agatha Christie de La Casa Torcida, como es la concurencia de los personajes en el lugar del crimen, bajo el mismo techo mientras se suceden las intrigas, la presencia del detective sirvindo de hilo de union entre el lector y la trama, en este caso dos miembros de la Guardia Civil, todo un trazado que que va ayudando al lector a adentrarse en las hipótesis del caso o, major dicho aquí, de los multiples casos. Incluso la forma en que se esclarece todo, apenas sospechamos del asesino hasta que el autor decide desvelarlo, próximo el final mismo de la novela, como si el misterio se desenvolviera igual que quien abre un paquete de papel acordonado. Pero no es así, hay mucho más. Hay un elemento que da originalidad a la historia: el salto entre la realidad y la que denomina “realidad ampliada”, el juego constante entre lo que ocurre en verdad y lo que los personajes observan, influidos por las imágenes proyectadas en unas lentillas especiales utilizadas en el rodaje. Quien pretenda averiguar anticipadamente dónde nos quiere llevar Ager Aguirre se equivoca, y debe entregarse a la paciencia de aguardar el momento preciso en la lectura. Y me detengo aquí en mi descubrimiento del delirante flujo de realidad y meta-realidad, porque, de lo contrario, desvelaría la magia de la solución que Ager Aguirre edifica con gran genialidad, desde la escena del primer capítulo hasta el preciso final. Y creo que eso debe quedar para los lectores que se lancen a conectarse con a esta fenomenal novela negra, de ficción… o de meta-ficción, como cada cual desee después clasificarla.