A moth to the Flame
(Una Polilla a la Llama)
Stig Dagerman
Hace unas semanas me tropecé en la librería de un aeropuerto con un libro que me llamaba, A Moth to Flame (Una Pollila a la llama) de Stig Dagerman. Ha sido un descubrimiento, tardío, pero sorprendente.
Stig Dagerman, escritor sueco que alcanzó la fama en un tiempo record, es un representante del que llamaron movimiento Flyrtiotalism en los años cuarenta en Suecia (algo así como “cuarentalismo”). Una grupo de escritores y poetas de inspiración modernista, que plasmaron los estragos de la II Guerra Mundial en sus creaciones. Stig Dagerman se suicidó en 1954 a la edad de 31 años.
Una pilla a la Llama es una novela intensa, por el transcurso mismo de la historia y por su estructura narrativa. Comienza con la muerte (“Una esposa debe enterrarse a las cinco en punto y a las once y media su marido está sentado en la cocina delante del espejo quebrado del fregadero”), y con la muerte termina en un espacio temporal de algo más de un año. Es un recorrido de atmósfera existencia donde el valor de los personajes reposa en las raíces no visibles de su ser, la complejidad de las emociones y experiencias tamizadas por la personalidad estructural de cada uno.
La angustia vital del personaje principal, Bengt, marca el ritmo de la novela, alrededor de la muerte de su madre, de la relación sentimental de su padre con su nueva pareja, que se convierte en nueva esposa poco antes de culminar un año de duelo, su contradictoria relación con su novia, que se convertiría en su esposa más por aceptación pasiva que por una voluntad cierta de casarse.
La llama de la trama es la relación apasionada de Bengt con la pareja de su padre, Gun, un camino que le lleva desde el odio agresivo al sometimiento emocional y sexual. El sentido de la vida inspira los sucesos, un aire nihilista, con aromas kafkianos. La sexualidad se convierte en el único sentimiento legítimo alrededor del cual Bengt hace girar su forma de administrar su sociabilidad, centrado en ella, en Gun, haciendo el resto del entorno inapreciable: “La lujuria puede transformarlo todo. Es el pozo más hondo, donde todos los demás sentimientos desaparecen”.
El debate de Bengt sobre el sentido de su vida sólo puede culminar en intentos de suicidio. El autor nos está ofreciendo su más íntima parcela, su personal pelea sobre la sociedad, las personas, las relaciones de poder, la familia, el amor y el sexo. En el breve capítulo titulado “Una carta de suicidio rota”, Stig Dagerman hace un dibujo descarnado del la sociedad y la vida en la metáfora de pequeños perros, Bengt se siente como un pequeño perro, relacionándose en un entorno de perros, que reaccionan como perros, y él no se consiente esa vida.
“En la tierra de los pequeños perros, la malicia pasiva es más apreciada que la bondad activa”…“los (perros) fiables dicen mentiras y los mentirosos cuentan la verdad, así pues todo es siempre verdadero y siempre falso” (…) todo es fluido en la tierra de los pequeños perros, incluso las piedras. Y la piedra de la deshonestidad desplaza a la piedra de la honestidad”. El existencialismo se desnuda frente al lector.
En el final mismo de la novela, Bengt, y también Stig, hace una reflexión esperanzadora desde el borde mismo del final de la vida, cuando observa a los demás en sus comportamientos sabios y cálidos, “sabios, porque la sabiduría es estar enamorado de la vida, mientras que la estupidez es avergonzarse del amor”. Apela Stig a su sentido del amor cierto por la vida, radical, por encima de las convenciones, por encima de la vida misma, tal vez esa era su propia lucha interna, radical también si atendemos a la solución que sobrevino.
Piensa en el fin de la vida no como una forma de escapar, sino de encontrar la paz, “los momentos de paz son fugaces, (…) porque son tan breves, debemos vivir esos momentos si fueran los únicos en que en verdad vivimos”.
Esta concepción crítica de la vida, el análisis directo sin edulcorantes de la sociedad y las relaciones humanas que Stig Dagerman representa, contienen elementos de notable actualidad. Recomiendo su lectura. Yo prosigo indagando en aquella generación de novelistas “cuarentescos” de Suecia.