Quiebro. María Luisa Pérez Rubio (Editorial Diversidad Literaria, 2025)
por Feliciano F: González Muñoz, escritor
Quiebro es un viaje musical, un recorrido por rimas que van variando a nuestro paso pero que mantienen como nota común la intensa presencia de María Luisa Pérez Rubio. Este poemario es ante todo una ventana abierta , o un espejo ancho, al yo poético de la autora. Ella nos relata quien es, sus vivencias, la persona que se refleja en los versos , y es ésa la principal intención de su poesía. Por ello prima la profundidad sobre los elementos formales o meramente descriptivos.
Elige soluciones métricas diversas, incluso dentro de un mismo poema, y entonces adapta su cadencia al devenir del fondo poético. La asonancia energiza el ritmo y provee al verso de una musicalidad cristalina. Escuchamos voces lorquianas, machadianas, acentos que nos llevan a Quevedo, a Bécquer o a la copla popular y al romance. Hay una vocación permanente de hacer cantar al verso, una intención de deslizar sugerencias poéticas que enmarcan el gozo y el dolor, la esperanza y el miedo en un universo enraizado, terrenal, desde donde la poeta se explica a sí misma. Y lo hace sin edulcorantes: desnuda la voz en el lenguaje cristalino que puede hablar de ella y por ella.
El poemario se estructura en cuatro partes: Fuera de contexto, Quiebro, Metamorfosis y Aforismos, coplas, haikus y otros juegos.
Como nos explica la autora en su prólogo, Fuera de contexto recoge poemas de juventud; la ritma asonante presenta los temas de relación con sus padres, la muerte del padre y el amor. En Desgarrón del alma, María Luisa se despoja de cualquier ropaje y mediante versos libres nos muestra un interior turbulento que necesita expulsar:
Cabe toda mi carne
en un puñado
de sombras y de manadas
de lodo espeso.
Cuando la persistencia del motivo inspirador es angustiosa, como en O de olvido, nos muestra el sonido de la angustia encadenando tercetos consonantes que sentencian su mensaje a lo largo del poema:
El tiempo todo lo cura
Quiebro es el resultado de un regreso. Tras una ausencia de algunos años, la poeta se reencuentra con su poesía, y nos entrega formas y materias renovadas. Canta a Granada y Córdoba, los espacios donde se reconstruye su yo. Aparece el eco de Lorca en algunos de sus versos, liberando su expresión sin comprometer el ritmo armonioso
Nana, nanita, nana
de la luna que asoma
y se calla.
En el poema De cerca utiliza el cuerpo del soneto con una solución creativa, jugando con reiteraciones en los primeros cuartetos, para liberar los últimos dos tercetos en su métrica y apoyarse finalmente en la asonancia para lograr un cierre fuerte al tema de la vida recuperada.
Y, sin embargo, aquí cautiva,
me abrigo en la nostalgia
de una vida corregida.
En Quiebro encontramos décimas de notable belleza como en Una tarde en los jardines de la Alhambra, en Autoritarios, en A unos niños o en Antipsiquiatría; esta última es una herida sangrante que la poeta nos muestra.
Aparece también una incursión hacia poemas breves y desligados de aparejos excesivos, que veremos en otros poemas posteriores; versos que expresan con limpidez una idea, una imagen o un momento. En Voces Vacías,
Ecos de trinos huecos
que están que trinan
pero sin ahuecar
el ala.
Metamorfosis no es una continuación de Quiebro: es una forma nueva de voz poética que se manifiesta desde su comienzo. Es un ejercicio de experimentación, de atrevimiento, no sólo estilístico, sino íntimo. Desde una posición de observación relajada del mundo y la cotidianeidad, insiste en sus temas recurrentes sobre la vida pero sin un ánimo tensionado, sino analítico, incluso sarcástico. Los poemas se adelgazan y adoptan una diversidad mayor de formas y sonidos: se liberan de lealtades anteriores y vuelan con autoridad y voz propia: la sencillez de la expresión, la palabra precisa. Así en La vida:
Un silencio inquieto
se asfixia.
Una verborrea muda
se desahoga.
Un desencuentro
esculpe la duda.
La perspectiva existencial sigue siendo un tema frecuentado; la poeta lo afronta desde el promontorio seguro que es su poesía.
Finaliza su libro con Aforismos, coplas, haikus y otros juegos, en el que la poeta nos regala un repertorio de poemas breves con evocaciones múltiples; desde el aforismo ingenioso al haiku trascendente o las coplillas populares. Es una vía de agradecida belleza para abarcar la versatilidad de esta poeta cordobesa. Al punto de completar mi lectura, el haiku titulado Tarde de otoño me envolvía en un imaginario de campos y calles, próximos al vecindario de Machado: la nostalgia del poeta que vive la vida desde una interioridad única que pide expresarse,
En la hojarasca
tiene sembrado el cielo