Soneto
Primera nieve
Una garganta de hojas te anunciaba,
las tardes secas de soñar, vencidas,
las cruces de las ramas malheridas
con palabras de piedra te esperaban.
Llegaste con el gris de una mañana,
una mañana gris como cualquiera,
con el blanco puñal de la primera
sonata de cristal tras la ventana.
Dejaste huellas en la hierba helada
al punto de una luz que no nacía,
rostro gélido, voz acelerada.
Hundiste sin matar, herido el día,
los labios de mi alma acobardada
cuando tan solo el fuego requería.